viernes, 11 de julio de 2014

LO QUÉ HAGAMOS, HACEDLO COMO PARA EL SEÑOR.



Nunca olvido el testimonio de una hermana, el cuál dio en nuestra iglesia.Está decia como mientras oraba, el Señor la inquieto para darle algo a una hermana, pero ella dejandose llevar por la situación economica que tenia la hermana, decia; No puede ser! Esa hermana está muy bien economicamente, pensaba ella.

A lo que testificaba sobre la gran lucha interior que tenia para desprenderse de lo que tenia, y decia qué Díos le inquietaba a que lo diera. Pues a fin de cuentas la hermana dice que la inquietud era tan grande que no pudo aguantar, y fue donde la hermana y le dio lo que Dios inquietaba le diera.

Dice ella que al entregarle a la hermana lo que Dios la inquieto; la hermana la abrazo y comenzo a llorar. Ella no se explicaba, mientras la hermana le decia; Gracias... Díos. te uso.

La hermana era una hermana de bajos recursos que durante un tiempo recaudo un dinero el cuál guardo. Pero la inquietud era qué se los entregará a la hermana, que según ella estaba muy bien economicamente. Esto a ella no le cuadraba, hasta que la hermana le testifico lo que le pasaba. Y era que sus negocios le habian ido muy mal, y estaba a punto de perder la casa si no daba un pago de cierta cantidad de dinero. Y precisamente la cantidad que la hermana le entrego, era la cantidad que la hermana nesecitaba para no perder su casa. Aleluya!!!

Aqui no hablamos de estar pidiendo y mendigando, hablamos de una nesecidad, y de Dios inquietar a un hermano para llenarla. Pero el otro punto fue; la batalla de la hermana por no entender como podia pasar esto cuando media las situaciones economicas de ambas. Le era inexpicable. Y es que Dios es quién conoce la nececidad, y es él quién sabe como llenarla. Es por eso que debemos orar a Díos para ser canales de bendición donde este la nesecidad, ya sea de cualquier tipo.

Debemos entender que hay un Espiritu Santo que la conoce, y esta presto a llenarla, usando a quién sea y en el momento que él crea. Es nuestra mente finita la que en ocasiones no entiende los misterios de Díos; por eso Él nos quiere hacer ver que veamos la nececidad atraves de Él, y no de nuestros ojos y nuestra mente.

Es triste ver hoy como muchos cojen las necesidades de otros para lucrarse, y explotar a otros, manipulando sus mentes, lo que no tiene que ver nada con la dirección del Espiritu Santo, ni el servicio a la necesidad de otros de todo corazón, poniendo a Cristo y su obra por delante, y no su beneficio y lucro.

Pero es Dios quién conoce nuestro corazon y donde esta la verdadera nesecidad; por eso él lo palpa y nos los enseña en su palabra, cuando les habla a sus dicipulos sobre los talentos y el llevar bendición y utilizarlos para llenar algunas necesidades, cuando les dice;
"Porque tuve hambre, y no me diste de comer; tuve sed, y no me diste de beber; fui forastero, y no me recojiste, estuve desnudo, y no me vestiste, enfermo, y no me visitaste; en la carcel y no me viniste a ver. Entonces les respondio diciendo;
"De cierto os digo en cuanto que no lo hiciste a uno de estos mas pequeños, tampoco a mi me lo hiciste".
Mateo 25: 42-45.

Hay necesidades que se ven a simple vista, otras que Díos nos inquietara a llenar, pero todo con el proposito, y es; de glorificar su nombre y el amor que Dios pone en el corazón del cristiano por los necesitados, y esto lo vemos desde las misiones, la calle, y hasta en ocasiones con hermanos en la fe, pero es indispensable hacerlo de corazón y que servimos a la obra de Díos y no al ojo del hombre.

También que lo hagamos no para llamar la atención de los hombres, y vanagloriarnos diciendo lo que hicimos, sino para dar gloria y honra al evangelio de Jesucristo. Que lindo es luego oir los testimonio como Dios toco y se movio, y lleno tal o cual nesecidad.

Y es que la cuando llenamos una necesidad, y servimos en la obra del Señor, hay que hacerlo como si se lo hiciéramos para Él mismo. Recordemos que Jesús lo dio todo, a cambio de nada; Asi que cuado hagas algo, hazlo como sirviendo al Señor y no a los ojos de los hombres, ni para servirnos nosotros mismos.

autor; Anibal Baerga

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