viernes, 22 de noviembre de 2013

CRISTIANOS DE ORO PURO






“para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”


1 Pedro 1:7

Todos esperamos algo de Dios, estés donde estés y seas como seas, no importa como sea tu situación actual, si eres rico o pobre, alto o bajo, si eres joven o adulto, si eres mujer u hombre, si eres cristiano o no, si trabajas o estudias, si eres padre o hijo, si estas triste, enojado, frustrado, desesperado, inquieto, afligido, deprimido, exhausto, melancólico, contento, sano o enfermo, sin paz, tranquilo, sea como te encuentres, no puedes negar que ¡TODOS!, absolutamente todos esperamos algo del Todopoderoso, todos esperamos una RESPUESTA.

Y es que la vida es así, hemos sido creados para depender de un Ser superior a nosotros; todo apunta hacia El y por El fueron creadas todas las cosas, es más, nosotros mismos fuimos creados a su imagen y semejanza “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Génesis 1:26), con el fin de que cada una de nuestras células lo reconozcan y encuentren su razón de ser en El.

Al recibir a Jesús como nuestro Señor, la Palabra de Dios dice que a los que le recibieron les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12), por lo tanto él se convierte además en nuestro Padre, el Padre a quien podemos acudir en todo momento; algunas veces nuestros padres por toda las labores y quehaceres del día no nos dan o no damos la atención que merecen o necesitamos, pero la diferencia es que nuestro Dios siempre está disponible las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, los 1,440 minutos del día para poder acercarnos a él y contarle nuestros deseos y aflicciones, sabedores que tiene el control de todo y que para él no hay algo que sea imposible.

Qué bonito saber todo eso, que bueno es tener la convicción de que tenemos de nuestro lado al Rey de reyes y Señor de señores, es fabuloso y sobre todo nos llena de completa paz.

Ahora pongámonos sinceros, dime que es lo que ocurre cuando el tiempo de buscarlo ha terminado, ya regresaste de la iglesia, acabas de terminar tu devocional diario en tu casa o alguna reunión con tus hermanos de la congregación recién llego a su final, escuchaste una predicación que impacto tu vida y dijiste que jamás serias la misma persona, que hoy verías las cosas a la manera de Cristo y que nada te desalentaría. Pero cierto o no que en muchas ocasiones la realidad es diferente, nuestra emoción y convicción se pierde rápidamente al ver una vez más que las situaciones difíciles que nos rodean no han desaparecido todavía, que el recibo de la electricidad te espera en casa, que tus hijos necesitan alimentarse y no hay nada en el refrigerador, que las llamadas del cobrador no dejan de sonar, que ese familiar que yace ahí postrado en cama desespera con sus quejidos y que tu matrimonio va de mal en peor, ¿no es cierto que la congoja vuelve a nuestros corazones?, ¿no es cierto que dan ganas de dejarlo todo?, quisieras que te tragase la tierra y en casos extremos las personas deciden hasta quitarse la vida.

Una señorita estaba pasando por un mal momento también y decidió platicar con su papá, quien la llevó a su lugar de trabajo para poder escucharla, él era un chef, y mientras la hija le comentaba todo lo difícil que le resultaban muchas cosas, que ya no sabía qué hacer, que sentía deseos de dejar todo porque no le encontraba la salida a sus desdichas, el papá tomo tres ollas, les colocó agua y luego las puso al fuego, en la primer olla puso unas zanahorias, en la segunda unos huevos y en la tercera unos granos de café. Al pasar los minutos y luego de haber verificado que las tres ollas estuvieran hirviendo el padre le preguntó a su hija: hija ¿qué vez aquí?, la hija le responde unas zanahorias, unos huevos y café, pero que tiene que ver eso con lo que te estoy contando le dice la hija; bueno mira quiero enseñarte algo, los tres elementos que vez aquí han pasado por la misma adversidad: el agua hirviendo, pero si notas los tres han reaccionado de forma diferente; la zanahoria antes de ser sumergida entró fuerte pero al pasar por el fuego se hizo blanda, y así somos algunas personas cuando pasamos por pruebas, al principio tenemos fuertes convicciones de lo que somos en Cristo Jesús pero al pasar por las dificultades nos desanimamos y sentimos que las fuerzas ya no están, por otra parte los huevos entraron frágiles con su interior líquido pero al pasar por el agua hirviendo se tornaron duros en su interior; esto es lo mismo que nos pasa a algunos de nosotros, empezamos siendo unas personas sensibles a la presencia de Dios, humildes y llenas de amor, pero al enfrentarnos a las pruebas que la vida nos trae nos volvemos duros de corazón, la amargura embarga nuestras almas y nos cuesta tanto discernir cual es la voluntad de Dios para nuestras vidas; sin embargo el café reaccionó de forma diferente y única, ya que lo que hizo ante la adversidad fue cambiarle el color al agua hirviendo, si puedes notar el café le dio color y aroma al agua, esto es lo que debes hacer ante las pruebas que te sobrevengan, en lugar que las adversidades de la vida cambien tu estado de ánimo, tus convicciones y tu paz, tú debes reaccionar de la mejor forma, cambiándole el color a las situaciones que parecen gris y permitiendo que el aroma de Jesús se refleje en ti.

Cuando observamos el oro en su estado primario, nadie nota su belleza por que solo se ve un pedazo de piedra sin sentido, que de no ser de las personas que se relacionan con ese tipo de materiales al encontrarnos con una porción de dicho material es muy probable que lo pasemos desapercibido, pero lo importante es que para ver el brillo y las formas que le dan al oro que tu y yo conocemos, esas piedras tienen que pasar por varios procesos de purificación, eso se logra a través del fuego. La palabra de Dios nos enseña que nuestra fe es sometida a prueba igual que el oro, para que al terminar el proceso de purificación de nuestra fe Dios la pueda encontrar con un brillo más precioso que el mismo oro; así como nosotros admiramos los productos hechos de oro como las cadenas, anillos, esclavas etc. (en especial las mujeres), así Dios quiere celebrar el resultado de nuestras pruebas, el nos espera al final para decirnos: yo sabía que podrías.

Todos estamos en prueba, el detalle es que hay pruebas que se sienten y otras que no, la salud no se siente, la abundancia, el gozo, la prosperidad, todas ellas prueban lo que hay en nuestro corazón, porque algunos al recibirlas lo que hacemos es olvidarnos de quien nos las da, por ejemplo si eres prospero existe el riego de que puedas poner tu confianza en tus riquezas en lugar de depositarla en Jesucristo, así mismo al darte salud El espera que la sepas aprovechar, pero algunos nos damos el lujo de comer alimentos que no traen ningún beneficio para nuestra salud, todo esto porque es una prueba que no se siente. Pero también están las pruebas que si se sienten como la enfermedad, la pobreza, el desempleo, etc., estas son las adversidades que provocan que nuestro mundo se vuelva gris, que nuestros ojos se llenen de lágrimas y que el corazón se embargue de aflicción.

Lo peor de todo esto es que mientras pasamos por estos angustiosos momentos, tu vez alrededor que las personas reciben su respuesta casi de forma inmediata, es ahí donde algunos comenzamos a cuestionar a Dios del por qué otros si reciben respuesta en medio de su necesidad y nosotros llevamos mucho tiempo pidiendo por esa respuesta y no vemos nada claro, no alcanzamos a ver la luz al final del túnel.

Dios nos ha dotado de una medida de fe a cada uno (Romanos 12:3), la cual no podemos medir ya que es inherente a cada persona, pero si la podemos ver; es por eso que Santiago escribió que la fe sin obras es muerta (Santiago 2:20), porque de nada sirve que diga tener fe si mis obras dicen lo contrario, tú no puedes decir que confías en Dios si pasas pensando todo el día en tus dificultades, vas al trabajo y piensas en ellas, estas en una reunión familiar y no la disfrutas porque piensas en ellas, vas al colegio o por la calle y andas todo ese tiempo triste por tu situación actual, por eso que te incomoda; con esto no quiero decirte que te debe importar poco tu vida y tu situación, simplemente decirte que ese ritmo de vida es la Dios ve y por lo tanto es el motivo de que unas personas reciben su respuesta y otras no.

Pero tranquilos, hay solución, tu fe necesita un ingrediente esencial para que todo los que deseas y pidas a Dios puedas recibirlo, y eso se llama: ACTITUD.

Jesús les enseñaba en una ocasión a sus discípulos que el reino de los cielos era semejante al grano de mostaza, el cual es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves y hacen nido en sus ramas (Mateo 13:31-32), por que una de las cosas que procuro con sus discípulos fue cambiarle su actitud, que utilizaran su fe con una buen actitud. Días después les trajeron a los discípulos un joven lunático para que lo liberaran pero no pudieron, ellos entonces le preguntaron al Maestro por qué no habían podido hacerlo y Jesús les contesta: “Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, podrían decirle a los montes: pásate de aquí allá, y se pasarán; y nada os será imposible” (Mateo 17:20).

Si pones atención a la escritura notaras que Jesús dijo si tuviereis fe como un grano de mostaza, él no dijo del tamaño de una mostaza, si no la fe que tiene un grano de mostaza; él quiso hacer énfasis en la actitud que tenía ese diminuto grano y no en su tamaño. La actitud del grano de mostaza es este: yo se que por el momento solo soy un pequeño granito, que puedo pasar desapercibido, puede ser que se rían de mi por lo pequeño que soy (y es que trata de comparar una semilla de mango o de zapote con la semilla de mostaza notaras una gran diferencia), pero el grano dice: yo sé que voy a ser más grande que ustedes, se que por el momento tengo que mirarlos para arriba, pero un día seré la más grande de las hortalizas y no me voy a quedar ahí si no que me convertiré en un gran árbol donde las aves hagan su nido y les tocará a ustedes verme para arriba.

¡Esa es la solución!, eso es lo que necesitamos para obtener lo que tanto esperamos, ese es el ingrediente que nos falta para el cumplimiento de nuestras promesas en Cristo Jesús: una buena actitud. La Palabra de Dios dice que el justo por su fe vivirá (Habacuc 2:4), es decir que todo lo que tenemos o lo que somos en gran medida es producto de la fe que tenemos o de la fe que carecemos, ¿cómo está tu vida hoy? ¿estás en espera? Si es así, el llamado es a tomar la mejor de las actitudes frente a las pruebas que se nos presentan, seamos como el grano de mostaza, ante las adversidades digamos: yo se que por el momento me encuentro en una situación bien difícil, siento que las fuerzas se me acaban, pareciera que la respuesta no va a llegar a tiempo, pero estoy seguro que pronto mi Dios responderá y me va a sorprender, yo se que por ahora mis hijos no conocen al Señor, pero un día serán siervos de él, por el momento mi familiar está enfermo, pero Dios lo levantará y será de testimonio para los demás, se que las finanzas no están buenas pero Dios suplirá todas mis necesidades conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús, puede ser que por el momento se burlan mis vecinos de mi por la condición en que estoy, pero Cristo levantará mi cabeza ante los que se burlan y verán que tengo un Dios que todo lo puede, un Dios de milagros, un Dios de amor y de cuidados, un Dios que nunca me dejará ni me desamparará sino que por el contrario me llevará de gloria en gloria.

Si tú hoy decides cambiar tu actitud de tal manera que tu fe sea como la de un grano de mostaza, le crees firmemente a Dios no importando las pruebas que tengas que pasar, te habrás convertido en UN CRISTIANO DE ORO PURO.
Porque sin fe es imposible agradar a Dios permitamos que nuestra actitud de fe brille como el oro.

autor; JOSE EDUARDO SIBRIAN.

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