viernes, 25 de octubre de 2013

El Señor es mi Ayudador




"Podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; No temeré lo que me pueda hacer el hombre" Hebreos 13:6 "Mi Dios, mi roca en quien me refugio; Mi escudo y el poder de mi salvación, mi altura inexpugnable y mi refugio; Salvador mío, Tú me salvas de la violencia" 2 Samuel 22:3

Aun cuando la vida suele parecernos ordinaria en todos los sentidos, la Presencia Sobrenatural de Dios está con nosotros. En las buenas y en las malas. Todos somos testigos de la Sobrenatural protección de Dios en la necesidad; Lo hemos visto en nuestra vida y en las de otros. La protección del Señor es parte de la Gracia común que Él, en su Soberanía y Potestad, ofrece a todos, mucho más a los que confían en la más pura manifestación de esta Gracia, que es Cristo, la Roca, El Más Preciado Refugio en la prueba y la tribulación. Que nuestro Señor es Refugio y Protección no es noticia nueva para el cristiano, sin embargo, podemos dudar en medio de la tormenta, huir contracorriente y no arrojarnos a sus brazos para encontrar la seguridad. Es como tener una fortaleza y tenerla de adorno, una torre fuerte para la exhibición de mis propias fortalezas, como buscar el refugio en nuestros propios escondites edificados con ladrillos de autosuficiencia y arcilla de infidelidad. Dios dice: YO SOY TU PROTECTOR, NO HAY OTRO, SÓLO TIENES QUE PERMANECER EN MÍ. CONFIAR EN MÍ.

David confiaba en la protección divina: “Pero Tú, Señor, Me rodeas cual Escudo; Tú Eres mi Gloria; ¡Tú mantienes en Alto mi cabeza!” (Salmo 3.3) David alaba a Dios, reconoce su Poder Protector. Dios es un Escudo que no permite que el enemigo lo derribe ante las circunstancias y las aflicciones. “Tú eres mi Gloria” cantaba David con acción de gracia en un himno de alabanza y de reconocimiento a la Fidelidad del Señor que acude siempre al amparo de sus hijos. Cristo es nuestra Gloria hoy, nuestra Fortaleza, nuestro Oportuno Auxilio en la tribulación. (Sal 46.2 RVR) El profeta Nahúm advertía al pueblo de Nínive recordándole las misericordias de Dios: “Bueno es el Señor; es Refugio en el día de la angustia, y Protector de los que en Él confían” (Nah 1.7 NVI) Sin embargo, nos falta el sentido del verdadero clamor, el del alma que gime por la mediación Sobrenatural de Dios cuando desfallecemos o cuando las dificultades vienen a nuestra vida y no parece haber consuelo.

Dios siempre ESCUCHA LA ORACIÓN QUE INVOCA SU PRESENCIA. David reconoció a sus enemigos visibles, sus perseguidores (su hijo Absalón, el Rey Saúl), pero también reconoció a otros adversarios en su vida que le carcomían su conciencia: el pecado cometido, el orgullo. Los primeros eran reales, visibles y desesperados; los segundos le robaban la paz, el gozo, el sentido de la vida. ¿Acaso no es el pecado un temible adversario en nuestra vida cristiana, nuestra falta de fe, la ausencia de oración y de descansar en la Justicia y las Misericordias de Dios? El salmista lo sabe y nos lo recuerda: “Sepan que el Señor HONRA AL QUE LE ES FIEL; EL SEÑOR ME ESCUCHA

autor; Faustino de Jesús Zamora Vargas (Congregación León de Judá)


2 comentarios:

  1. Es maravilloso lo que has escrito aquí, hermana Blankita. Nunca olvidaré una ocasión en que yo iba conduciendo en mi camioneta por una avenida bastante populosa y de peligro. Y recuerdo que yo iba con mi menor hija, (ella aún era niñita), y también iba conmigo mi empleada, nos dirigíamos al templo, para un culto cristiano, y de pronto aparecieron a unos metros de mi auto dos muchachos delincuentes, que pusieron en la pista palos y piedras grandes, para impedirme el paso, de hecho pensaban asaltarme. Yo llevaba bastante dinero en mi billetera, y aunque tú no lo creas de pronto no sentí miedo alguno, sencillamente sentí un inmenso amor por esos dos jóvenes, y al llegar con mi camioneta donde ellos estaban, ya no era yo, sino Cristo que vive en mí, y sentía que eran como mis hijos, y que los amaba, recuerdo que abrí la ventana de mi camioneta y ellos temerosos se acercaron a mí, y yo empezé a predicarles el amor de Dios, les dí unos folletos bíblicos que yo llevaba conmigo y además delante de ellos abrí mi billetera sin sentir ningún miedo y les dí unas monedas a cada uno. Los bendije y enseguida ellos aceptando la palabra de Dios con humildad, corrieron a retirar los palos y las piedras que habían colocado en la pista. Y yo despidiéndome de ellos seguí en paz mi ruta hacia la iglesia. Mi empleada se quedó boquiabierta, no podía creer que no nos hubieran hecho ningún mal. Amiga, este es un testimonio maravilloso, que cada vez que lo recuerdo me da escalofríos y pienso en lo grande que es nuestro Dios, que él en verdad cuida y defiende a los que le amamos e invocamos. Gracias por compartir tan edificante palabra, y además tu blog es de bendición amiga mía, las alabanzas tiernas que escucho me traen la presencia de mi adorado Jesucristo. No olvides amiga, visitar mis blogs, que los he renovado ultimamente, http://porelvalledelosaromas.blogspot.com y http://fraganciaespiritual.blogspot.com Te dejo un abrazo en el amor de Cristo. Ingrid Zetterberg

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  2. AMENNN, claro amiga de vez en cuando te visito, hace poco pase y te deje un comentario en una entrada, gracias amada por tomarte el tiempo y compartir este testimonio, wow, que refuerza esta palabra, Dios te bendiga mucho, nuestro Dios es maravillosos y realmente el guarda de los suyos.

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